Por dignidad: Yo también estoy indignado e indignada, como muchas personas que conozco.
Estoy indignada e indignado porque siento que en nombre de la indignación contra el capitalismo y contra la banca; en nombre de la indignación contra la avaricia y la injusticia social, en nombre del hartazgo por la corrupción de algunos políticos; en nombre de la desesperación de los que han perdido su trabajo y su casa, y lo más doloroso, en nombre de tantos valores con los que me identifico y que siempre he defendido, hay banderas enarboladas durante el mes de mayo que me etiquetan, condenan, y apartan.
Se me arrebata un espacio y una voz y se me pone (a mí, y a tanta gente como yo) al mismo nivel que un Maddoff o que un Botín o que el presidente del Fondo Monetario Internacional.
Para que se entienda por qué estoy indignado e indignada, tengo que explicar que llevo toda la vida en la indignación y por tanto “movilizada y movilizado”; no he pasado de nada y nada me da igual. Somos muchos los que así pensamos y los que día a día arrimamos el hombro para cambiar
cosas.
Por eso no nos da igual, nada nos da lo mismo y nada es lo mismo.
Estoy indignada e indignado y me llevan los demonios cada vez que tengo delante una de esas personas que están contra todo y contra todos y que siempre se quejan, pero que nunca participan en nada; que todo exigen, pero nada aportan.
Hasta la coronilla de los sabios expertos, de “señaladores” de fallos y de errores; de los que saben perfectamente lo que está mal y lo que se hace mal, pero que no tienen respuesta alguna ni jamás plantean una solución o una alternativa ni por supuesto aportan nada para el cambio.
Hasta el gorro de los abonados al fácil lamento “de nada sirve de nada” y “nada puede hacerse” para así justificar su apatía, su insolidaridad y hasta su ignorancia.
Hasta los pelos de tanto “elevado y elevada”, que desde su pedestal “anti-todo” nos colocan como cómplices de todos los males de esta sociedad contra los que día a día, aún seguimos luchando.
Hasta más arriba de los que sólo se indignan y protestan fieramente cuando les tocan lo suyo...
Estoy indignado e indignada, porque ahora, según ellos, mi delito y el de tantos otros y otras, es que con esa lucha, pequeña, al parecer estoy legitimando “El Sistema”. Esa lucha en las cosas más anodinas, no en las grandes y fastuosas causas: en el barrio, en los colegios, en el curro, en mi entorno, en mi día a día.
Estoy indignada e indignado porque siento que en nombre de la indignación contra el capitalismo y contra la banca; en nombre de la indignación contra la avaricia y la injusticia social, en nombre del hartazgo por la corrupción de algunos políticos; en nombre de la desesperación de los que han perdido su trabajo y su casa, y lo más doloroso, en nombre de tantos valores con los que me identifico y que siempre he defendido, hay banderas enarboladas durante el mes de mayo que me etiquetan, condenan, y apartan.
Se me arrebata un espacio y una voz y se me pone (a mí, y a tanta gente como yo) al mismo nivel que un Maddoff o que un Botín o que el presidente del Fondo Monetario Internacional.
Para que se entienda por qué estoy indignado e indignada, tengo que explicar que llevo toda la vida en la indignación y por tanto “movilizada y movilizado”; no he pasado de nada y nada me da igual. Somos muchos los que así pensamos y los que día a día arrimamos el hombro para cambiar
cosas.
Por eso no nos da igual, nada nos da lo mismo y nada es lo mismo.
Estoy indignada e indignado y me llevan los demonios cada vez que tengo delante una de esas personas que están contra todo y contra todos y que siempre se quejan, pero que nunca participan en nada; que todo exigen, pero nada aportan.
Hasta la coronilla de los sabios expertos, de “señaladores” de fallos y de errores; de los que saben perfectamente lo que está mal y lo que se hace mal, pero que no tienen respuesta alguna ni jamás plantean una solución o una alternativa ni por supuesto aportan nada para el cambio.
Hasta el gorro de los abonados al fácil lamento “de nada sirve de nada” y “nada puede hacerse” para así justificar su apatía, su insolidaridad y hasta su ignorancia.
Hasta los pelos de tanto “elevado y elevada”, que desde su pedestal “anti-todo” nos colocan como cómplices de todos los males de esta sociedad contra los que día a día, aún seguimos luchando.
Hasta más arriba de los que sólo se indignan y protestan fieramente cuando les tocan lo suyo...
Estoy indignado e indignada, porque ahora, según ellos, mi delito y el de tantos otros y otras, es que con esa lucha, pequeña, al parecer estoy legitimando “El Sistema”. Esa lucha en las cosas más anodinas, no en las grandes y fastuosas causas: en el barrio, en los colegios, en el curro, en mi entorno, en mi día a día.
Parece ser que yo y tantos otros como yo, legitimamos a los poderosos con nuestros actos, con nuestra participación ciudadana e incluso con nuestra ideología. Y sólo porque ésta participación se apoya en lo colectivo y en la fuerza de la unión.
Estoy indignada e indignado porque algunos han olvidado, que en esta lucha, no sobra nadie.
Por eso, porque estoy indignada e indignado, reivindico el orgullo de pertenecer a un movimiento organizado.
Por eso, porque estoy indignada e indignado, reivindico el orgullo de pertenecer a un movimiento organizado.
Reivindico el orgullo de luchar por nuestra Sociedad desde el lugar donde estemos cada uno o desde donde cada uno queramos colocarnos.
Reivindico el Orgullo Digno de trabajar día a día por causas denostadas, perdidas y silenciadas.
El orgullo de defender lo cotidiano, lo que parece tan seguro y poco a poco nos van quitando. El Orgullo de hacerlo de manera gris, anónima, pero colectiva.
Reivindico el Orgullo que me dignifica cada día, y que me lleva a pensar que por encima de mis propias miserias, soy capaz de aportar algo para empujar, no sólo en mi beneficio.
Reivindico Orgullo y Dignidad, para tantos luchadores, cuyos nombres tengo en la cabeza, personas que nunca entrarán en los libros de historia, pero que sin ellos este mundo de cada
día, (nuestras empresas, nuestros colegios, nuestros hospitales, nuestros barrios) sería peor, mucho peor…
día, (nuestras empresas, nuestros colegios, nuestros hospitales, nuestros barrios) sería peor, mucho peor…
Orgullo y Dignidad de defender lo que tenemos y lo que tanto costó a nuestros mayores.
Y siento una profunda tristeza y un tremendo cabreo por tener la necesidad de defenderme.
Seguro que como yo, indignados e indignadas, que reivindicamos el Orgullo y la Dignidad de los que luchamos cada día, hay muchos más…
Y por todos y todas siento un profundo respeto, y por todos y todas reivindico el ORGULLO Y la DIGNIDAD de ser sindicalista, militante, activista...
Manifestación del 14 de abril de 2011
Manifestación Por una salida social a la crisis
27J - 2010
Manifestación de apoyo al
Juez Garzón 14-5-2010
Concentración Por un empleo decente.
Plaza Mayor 7-10-2008
Concentración en la Plaza de la Villa
Concentración en la Plaza de la Villa
por una Educación Pública 25-3-2009
La diputada a la Asamblea de Madrid Lali Vaquero me pasó este post que suscribo en casi su totalidad y que, además, es un homenaje a compañeros y compañeras que han dejado su tiempo, su vida (esa pequeña vida de horas de sueño, de fines de semana reunido, de manifestaciones por todo y en todos sitios, de no ver a su pareja, a sus hijos o hijas...) y su mejor saber en la defensa de los derechos de todos y todas durante mucho tiempo, que incluso lo siguen haciendo pese a que son denigrados por gente que solo mueve un dedo para hacer zapping y cambiarse a ver a Belén Esteban cuando empiezan los telediarios.
He añadido unas cuantas fotos de mi colección de manis. Todas son de antes de que algunos viesen "la luz". Bienvenidos sean, pero que no empujen.
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