El pasado mayo los alumnos de 3º de la ESO de los centros educativos madrileños fueron sometidos (en la literalidad del término) a una prueba de control del sistema educativo que han colocado en el calendario los responsables de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid.
Esta prueba, que no es el resultado de un plan de evaluación, ni sigue metodologías más o menos normalizadas y que choca con la legalidad en cada parrafo de su articulado, ha dado muestra de su inutilidad como evaluadora del sistema. La media de los alumnos de Madrid en el apartado de Matemáticas es de 2,59.
Los medios se han echo eco de este dato porque parece que es lo único que son capaces de entender, pero detras de este dato hay "daños colaterales".
Esta prueba va a ser una losa en los expedientes de los alumnos que han cursado 3º de la ESO en la Comunidad de Madrid el curso 2010-2011. Si alguien no lo sabía, la nota del CDI cuenta en las medias para la obtención de certificados y ayudas de la Comunidad de Madrid, como los Premios Extraordinarios de ESO, que son 25 ayudas de 1.000 euros cada una.
La LOE establece que las pruebas de control del Sistema Educativo no pueden reflejarse en los alumnos. Pero es que la Prueba CDI no es un control del Sistema sino una herramienta que, junto con el Área única, los bachilleratos excelentes y la pretendida Autonomía de los centros para fijar el 35% de los contenidos, pretenden desde la Consejería que se convierta en la base de un sistema segregador de listos y tontos, de ricos y pobres.
La FAPA Giner de los Rios, FECCOO, FETE-UGT, IU, PSOE, directores, orientadores, inspectores,... vienen denunciando desde antiguo que esta prueba no vale como está diseñada. Y, como se propuso la no asistencia de los alumnos tanto a esta de 3º de la ESO como a la de 6º de primaria, para obligar a las familias se establecieron diversas coacciones y una de ellas es la validez de la nota de una evaluación
externa en el expediente del alumno.
La disparidad de resultados año tras año ha ratificado lo que inspectores, orientadores, asociaciones de madres y padres de alumnos, técnicos en educación, en resumen, gentes que saben de esto, han venido denunciado sobre el diseño de una prueba que no sirve para evaluar al alumnado, ni a los centros ni, en el fondo, al sistema educativo.
Los resultados de esta prueba varían significativamente de un año para otro en el mismo centro sin que se pueda conocer las razones porque no es una prueba razonable.
Llevamos cuatro años comprobando la inutilidad de esta prueba. Queda claro, para quien lo quiera ver, que el modelo de evaluación externa que ha diseñado el equipo de Lucía Figar y, del que tanto presume incluso en charlas en el extranjero, no vale. La prueba no es fiable porque no controla lo que debería controlar y, además, no se aplica correctamente.
El 2,59 se lo lleva el sistema educativo madrileño, no los alumnos, ni las familias ni los profesores. Y lo que más sorprende es la actitud de Don Tancredo de los responsables de la elaboración y aplicación de esta prueba. Tanto que hablan de calidad, les está faltando tiempo para dimitir. Pretendían, como dijo Lucía Figar el verano pasado en Rímini, hacer una lista ordenada de centros para ayudar a las familias a elegir centro... lo que han conseguido es hacer el ridículo.
Por cierto, la calidad de las preguntas en el caso de Lengua y Literatura la han "asegurado" con un concurso entre profesores para elegir las preguntas mejores dotado con 600 euros (100.000 pesetas al cambio) para los agraciados. El criterio de adecuación al temario era el tercero en puntuación.
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